miércoles, 29 de julio de 2009

LA POBRE POBREZA RURAL


En días pasados, tuve la oportunidad de acompañar al Dr. Luis Arango, ex director del Instituto Colombiano Agropecuario – ICA y ex viceministro de agricultura, en un trabajo de consultoría sobre pobreza rural que está realizando para el Fondo Internacional de Desarrollo Agropecuario – FIDA.

El proyecto busca que no todos los dineros que la comunidad internacional vaya a invertir socialmente se destinen al África, sino que también se beneficien algunos países latinoamericanos, y entre ellos Colombia.

La primera fase de ese proyecto consiste en hacer un mapa de la situación en municipios ya focalizados, como resultado de cruzar porcentaje de pobreza rural con número de pobres, de cinco departamentos colombianos, de los cuales lastimosamente no con mucha sorpresa tres están en la costa caribe, Atlántico, Bolívar y Córdoba.

Para esta labor, el Dr. Arango se está entrevistando con personas que tienen poder decisorio a nivel político en todos los niveles (nacional, departamental y municipal), para saber que percepción tienen de la pobreza del sector rural, que mecanismos utilizan para combatirla y que sugerencias tienen para la focalización de recursos.

Lo primero que pude observar es que es tan estructural el problema, con tantos vectores, que nadie asume una actitud valiente y arriesgada para enfrentarlo, así que es visto, y tratado por ende, como un paciente terminal, al que se le da la medicina que lo alivia pero que no lo cura, pues nadie cree se vaya a salvar.

Lo segundo tiene que ver con el estancamiento del proceso de descentralización. La focalización de los recursos, y sus cantidades, desde los niveles superiores no permite que los Alcaldes puedan destinar más recursos a solucionar lo que todos reconocen es un problema mayúsculo, a pesar de que en estos municipios la mayor parte de la población están en la zona rural, y que allí se concentren los mayores índices de pobreza.

En lo particular creo que un tercer punto tiene que ver con que la aplicación de las políticas sectoriales esta avasallada por las políticas transversales. Por ejemplo, eso de que determinados recursos, para la educación digamos, transversalmente favorecen a la tercera edad, a los indígenas, a las mujeres cabeza de familia, a los afro descendientes, por igual que a los niños, los jóvenes y a todos los demás, ha prácticamente desaparecido del panorama de la inversión social a determinados sectores (por eso las otras se llaman políticas sectoriales) que ameritan por sus particularidades especial atención de los administradores públicos, como por ejemplo, los pobres de ciertas zonas rurales, zonas en las que, textualmente como nos lo dijeron un par de alcaldes, hay física hambre.

Otro de los puntos, que no el último en tan peliaguda situación, es la falta de inversión del sector privado. Y claro, dirán algunos, si no hay inversión del Estado mismo menos del sector privado, a lo que anoto que eso no es óbice para que este último voltee su mirada a estas zonas, no solo como un ejercicio de responsabilidad social, sino para darse cuenta de las posibilidades de hacer empresa que existen, situación que los beneficiaría a ellos, y a la pobre pobreza rural.

BORIS F. ZAPATA ROMERO

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que bueno que se traiga a colación de vez en vez la precaria situación en que viven nuestros compatriotas del campo. Felicitaciones